EL
PAISAJISTA MARTÍN RICO
Estudió en
la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, siendo su maestro Jenaro Pérez
Villaamil. También fue discípulo de su hermano Bernardo, calcógrafo, con quien
colaboró como dibujante y grabador, llegando a director artístico de La
Ilustración Española y Americana. En 1854 comenzaron sus viajes por Europa:
París, Suiza, Inglaterra, Italia.
A lo largo
de su obra se aprecia una evolución desde el realismo a un cierto
impresionismo. Las influencias de Turner y Ruysdael le llevaron a pintar
paisajes cada vez más humanizados. Su relación con Mariano Fortuny profundizó
ese cambio hacia pinturas más luminosas e impresionistas. Una de sus obras más
conocidas es Las lavanderas.
Su
pintura vivió alejada de ruidos, en la búsqueda de la armonía de las formas y
los fondos hasta plasmar piezas majestuosas, así como su personal manera de
reflejar la luz en sus obras con esa mirada “tan suya” que supo dar a las ciudades y con una
calidad cromática solo al alcance de pinceles elegidos.
En
sus obras, mezclaba elementos de distintos lugares que dibujaba previamente en
sus bocetos, firmando así su sello personal.
Si me
tuviera que quedar con una obra suya, la cual me encantó, sería con El patio de la escuela de 1871,
en la que reproduce una clase de costura y en la que, cada elemento, está
perfectamente plasmado. En la pintura puede verse como las dos niñas de la
izquierda, se ayudan una a la otra en las explicaciones que está dando la
maestra; como el niño de la esquina, se ha quedado dormido bajo la atenta
mirada de un gatito; otra niña, sentada de espaldas, observa a sus compañeras…
El color es rico y lleno de matices, sobre todo en la ropa de las niñas y la
maestra. Hay dos elementos (el friso de arriba y la puerta), que son más propios de La Alhambra de Granada que
de un patio de escuela; aquí se ve claro el matiz señalado anteriormente, el
coger elementos de sus distintos viajes por el mundo, y plasmarlos en otro
lugar.
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